Esta semana vamos a tocar un tema que hace que muchas personas acudan al psicólogo aunque no sepan que es debido a eso, la presión social. ¿A qué nos referimos cuando hablamos de presión social? Pues a una serie de necesidades o metas que nos genera la sociedad y que deberíamos tener alcanzadas según qué edad y el no lograrlo nos produce malestar y frustración además de muchas veces afectar a nuestra autoestima, seguridad, confianza… A continuación, voy a poner algunos ejemplos de ello, para que puedas ver si estás pasando por algo similar o incluso que podáis identificar si le pasa a alguien de vuestro entorno y podáis ayudarle haciéndole participe de lo que le pasa, para que pueda empezar a ponerle remedio lo antes posible.
La mayoría de personas que acuden a sesión por esta causa suelen estar entre los treinta y los cuarenta años (aunque puede pasar a casi cualquier edad). Se quejan por ejemplo de que deberían de estar ya independizados a esa edad pero que debido a su situación económica no pueden permitírselo. En otros casos el problema es que ya deberían tener una familia porque “es lo que toca” pero no han encontrado a la persona indicada para ello. Muchas mujeres creen que «deberían” ser madres ya y si no lo logran, tanto por circunstancias físicas como personales, se sienten fracasadas o incluso que no son mujeres. También ocurre con el trabajo, las personas a esta edad creen que deberían tener un trabajo estable y que le haga sentir realizado y cuando no lo tienen también tienen ese sentimiento de fracaso continuo… podría dar otros muchos ejemplos pero me he centrado en señalar aquellos que suelen ser los más típicos.
Todos los casos anteriormente mencionados hacen que las personas se sientan síntomas tales como: apatía, falta de autoestima y seguridad en si mismas, indefensión aprendida e incluso en algunos casos acaba derivando en depresión, pero… ¿es normal sentir esto? Por desgracia, sí, es normal sentir todas estas cosas, puesto que es algo que socialmente se nos va inculcando desde que somos muy pequeños y nos parece que es lo normal pero objetiva y racionalmente no debería ser así ¿por qué? Porque la sociedad no tiene en cuenta las diferencias individuales, es decir, que no todos somos iguales ni es igual de fácil/difícil para todos lograr según que objetivos además de que muchas veces las necesidades que se crean en la sociedad es por intereses de aquellos que las han promovido y no tanto porque sea lo que realmente nos haría felices.
Lo cierto es que, por lo general, todos tenemos muchas cosas en nuestra vida y en nuestro día a día para ser felices, pero tendemos a focalizarnos en aquello que consideramos que nos falta, cuando realmente no debería ser así. Al igual que, por ejemplo, una persona no necesita tener pareja para ser feliz porque el estar feliz radica de uno mismo, tampoco necesitamos muchas otras cosas que nos dice la sociedad que sí y que damos por ciertas. El darnos cuenta de esto, de que tenemos prácticamente todo al alcance de nuestra mano para estar bien y que muchas de las cosas que creemos que necesitamos realmente no es así, es un proceso generalmente costoso. Es como ir a contramarcha y eso siempre es complicado, sobre todo cuando se nos bombardea por los medios de comunicación y por todas partes sobre lo que tenemos o no tenemos que tener o conseguir y nos va generando esas necesidades y al no poder alcanzarlas hace que poco a poco esa sensación de malestar y de fracaso se vaya abriendo paso en nosotros, hasta muchas veces llegar al punto de creer que no podemos hacer nada para cambiar nuestra situación (indefensión aprendida) y, aunque algunas veces así fuese, en vez de aceptarlo y ser feliz con el resto de cosas que tenemos, lo que nos lleva esto es a vivir infelices y frustrados.
¿Podemos cambiar esto? Por supuesto, lo primero es identificar cual es el problema, si estamos siendo o no víctimas de esta presión social. Una vez que lo sepamos volveremos a estar bien en el momento que sepamos poner en entredicho algunas de las premisas, como las anteriormente mencionadas, que te hacen sentir mal y en vez de centrarte en lo que no tienes hacerlo en todo lo que sí tienes, para todo este proceso que muchas veces es complicado los psicólogos pueden ayudarte a través de técnicas y de hacerte ver la vida desde otra perspectiva.
Para terminar, lanzo una serie de preguntas que me parecen interesantes para que las comentemos: ¿crees que alguna vez te has visto afectad@ por la presión social? ¿a tu alrededor conoces a alguien que la sufra de alguna manera? ¿podrías compartir en qué tema te has sentido más presionad@? ¿has ido a un psicólogo o has hecho algo para superarlo que quieras compartir con nosotr@s?
¡Nos leemos!
Eva Torrego Treviño
No siempre pero sí hay algunas situaciones en las que haces o no haces algo por esa presión social de la que habláis. Creo que además es algo que se observa en generaciones, pues veo como yo puedo pensar en «el qué dirán», hablando coloquialmente, pero mi madre lo piensa en más situaciones y mi abuela aún más…
Pero no quiero desviarme del debate que has lanzado y quiero contar un caso mío… he sido madre a los 25 años, entre otras cosas a destacar, y un día voy por mi antiguo barrio, estando yo embarazada, y sentía como que no me quería cruzar con nadie para no dar explicaciones.
Pues se alinearon los astros y me asaltó una ex-vecina mayor y me dijo: ¡anda! ¿Y cuándo te casas? TIERRA TRÁGAME!!! QUÉ PREGUNTA ES ESA SEÑORA… Pero ya no es que no me quiera cruzar con estas personas mayores, porque antes no era tan raro ser mamá joven, ya es que no tengo ganas de cruzarme con antiguos amigxs de mi edad porque esxs sí que lo ven como: ohh pobre, no sabe dónde se mete… En fin… vivimos en una sociedad en la que juzgamos todo lo que se sale un poquito de lo «normal» pero ¿qué es lo normal? Deberíamos de romper con eso….
Un saludo chicas!
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Buenos días Seila, lo que nos comentas por desgracia es algo que suele pasar a menudo, antes ser madre a los 25 era incluso tarde y ahora es demasiado pronto según nos dicta la sociedad y lo de tener que estar casada para tener hijos son pensamientos que aún conserva la gente mayor porque es lo que les dictaba la sociedad de entonces, pero desde aquí te instamos a tener la cabeza bien alta y que de vergüenza nada porque cada una debe ser madre cuando considere y es tan válido estar casada, como ser madre soltera, como cualquier combinación posible, lo importante es querer y cuidar a los hijos y eso no entiende de edades ni de estructuras familiares típicas, lo que es “normal” como bien dices ¿cómo lo medimos? Si lo hacemos por lo que marca la sociedad en muchos casos nos haremos más mal que bien, así que a disfrutar de la vida sin pensar en el que dirán (que no nos aporta nada) y gracias por seguirnos y leernos siempre ¡un beso!
Eva Torrego
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Mil gracias por tus palabras SIEMPRE. Un beso!
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