En la entrada de esta semana continuamos hablando del acoso, esta vez el acoso LGTBI+. Cada vez hay mayor visibilidad en medios de comunicación y prensa, en revistas y congresos científicos, en películas, libros y, en general, en la vida cotidiana. Pero sigue existiendo una gran confusión en cuanto a los conceptos que, muchas veces se utilizan de manera incorrecta. El estigma y rechazo muchas veces se cura mediante la educación, ya que la mayoría de las veces este rechazo se debe a una gran falta de información.
Orientación sexual: se refiere a la atracción sexual, erótica, emocional y amorosa hacia uno o varios sexos. La APA (American Psychological Association) establece un continuo o espectro en el que un extremos sería la atracción exclusiva por otro sexo distinto al propio y, en el otro extremo, la atracción exclusiva hacia el mismo sexo. Teniendo esto en cuenta, todas las personas se distribuyen a lo largo de este espectro, y así surgen las etiquetas: homosexual (gay/lesbiana), heterosexual y bisexual.
Por tanto, las ideas de que lo heterosexual es lo “normal” y lo demás es raro, inmoral, pecaminoso, vicioso, etc. no tienen ningún tipo de base ni se sostiene de ninguna manera ya que, como he dicho antes, todas estas preferencias forman parte de un mismo plano o continuo.
La homofobia es el estigma, rechazo, discriminación o aversión hacia una persona o colectivo por su orientación sexual.
La heterofobia NO existe ya que el colectivo heterosexual no ha visto sus derechos humanos comprometidos debido a su orientación sexual. Esto es comparable al racismo contra los blancos, por ejemplo. No es más que una reacción pasivo-agresiva de personas intransigentes que temen que el aumento de tolerancia y respeto en la sociedad derive en la reducción de los privilegios del grupo heteronormativo.
Por otro lado, es importante entender qué es el género. El género tiene tres componentes básicos: la asignación de género, la identidad de género y el rol de género. En la sociedad occidental, la asignación se produce en el nacimiento, según la apariencia externa de los genitales (que en ocasiones puede no coincidir con la carga cromosómica, como en algunas condiciones intersexuales). La identidad de género (sexo psicológico), se refiere a la experiencia subjetiva o privada de sentirse como varón, mujer, o ambos o ninguno. Esto es diferente al rol de género, que es la expresión pública de masculinidad/feminidad.
Sandra Bem (1974) reivindicó que no hay un único continuo de lo masculino a lo femenino, es decir, que ambos no son excluyentes entre sí: estableció dos continuos de mayor a menor feminidad y de mayor a menor masculinidad, independientemente de cómo se sintiera la persona, varón o mujer. Así cada persona podía situarse en cualquier punto de ambos ejes, dando lugar a una mayor variabilidad de género como andrógino, masculino, femenino, indiferenciado y sus estados intermedios.
Teniendo esto en cuenta, se puede entender la identidad de género como un espectro en el que situamos en un extremo la transexualidad y en el otro la cisexualidad, en función del grado de acuerdo (o no) con el sexo asignado.
Así, la transexualidad se puede definir como la discordancia entre la identidad de género y el sexo “biológico” asignado al nacer.
Cisexualidad: término creado como estrategia política por parte del activismo transexual para marcar a aquellas personas que se sienten en función del sexo asignado (no-transexuales) y así visibilizar también como diferencia aquello que se considera “natural”.
Lucas Platero (2014) emplea el término trans como un concepto creado por los propios colectivos que engloba múltiples realidades, diferentes expresiones e identidades de género como son: transexual, transgénero, travesti, de sexo no binario, etc., con ello se facilita que sea la persona la que elija el término que mejor se adapte a su experiencia.
Un hombre trans es aquel que se siente como un hombre, pero su sexo asignado al nacer es de mujer. Asimismo, una mujer trans se siente como una mujer, a pesar de que su sexo asignado en el nacimiento fuera masculino (Bordón y García, 2001). El hecho de no utilizar los pronombres adecuados, el nombre elegido por la persona o incidir en el sexo biológico como el género “correcto” de la persona constituyes agresiones transfóbicas.
Transfobia: es el estigma, rechazo, discriminación o aversión hacia una persona o colectivo por su identidad de género.
Es importante recordar que estos son conceptos independientes, que la identidad de género no se relaciona la expresión de masculinidad o feminidad de cada persona y tampoco con su orientación sexual. Esto quiere decir que una persona puede sentirse varón, ser afeminado y que le atraigan las mujeres, al igual que otra persona se puede sentir mujer, ser andrógina y bisexual. Las posibles combinaciones son muchas y reducir a la norma lo cis-hetero es una visión simplista de la realidad. Siempre ha habido gays, lesbianas, bisexuales, trans, personas más masculinas, más femeninas, más andróginas. La diferencia es que en diferentes épocas y sociedades esta variabilidad ha sido permitida en mayor o menor medida. La propia intolerancia y prohibición de expresión sexual y/o de género es una prueba de que esta variabilidad siempre ha sido algo presente en la humanidad.
El colectivo LGTB+ pertenece a una una minoría respecto al grupo normativo cis-hetero de la población general y por tanto se ven sometidas a prejuicios de manera diaria, lo que implica un gran malestar en muchas ocasiones. El prejuicio del ser humano es una de las causas de mayor dolor y sufrimiento en el mundo, va desde la exclusión y limitación de oportunidades hasta la violencia física.
Meyer (1995, 2003) ha desarrollado un modelo psicosocial de estrés minoritario en el que se identifican los estresores sociales específicos a los que las minorías están expuestas: prejuicio, expectativas de rechazo, huida y ocultamiento. Además este tipo de estrés tiene unas características específicas: es adicional al que experimenta la población general; tiene una base social, puesto que son otras personas las que lo provocan; es crónico, debido a que no desaparece por sí mismo; y puede aumentar la vulnerabilidad de las personas para desarrollar problemas de salud mental como ansiedad y depresión causadas por este rechazo social (Benner y Graham, 2011).
En conclusión, cada individuo somos distintos y únicos, tenemos gustos, valores, personalidades distintas. ¿Por qué nos empeñamos en crear polémicas, categorías, rechazo social y dolor por el hecho de ser uno mismo? Toda persona tiene derecho al respeto y a la dignidad sin importar su sexo, su identidad de género, su raza o su orientación sexual.
RECUERDA: VIVE Y DEJA VIVIR.
Si tienes alguna duda o quieres compartir tu experiencia no dudes en escribirnos, nos encanta.
Irene Marivela Palacios
Enhorabuena por está pedazo de entrada, me parece que la explicación es de 10. ¡Sigamos luchando!
Saludos chicas.
Me gustaLe gusta a 1 persona
¡Muchas gracias Seila! Siempre es un placer leerte 😊
Me gustaMe gusta