TDAH, trastorno por déficit… eh… ¿qué estaba diciendo?

El Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad es uno de los trastornos infantiles más sobrediagnosticados hoy en día. El TDA(H) es un trastorno que se caracteriza por un patrón de inateción y/o hiperactividad que conlleva un deterioro de la calidad de vida en varios ámbitos (familiar, social, escolar) y que no se puede justificar por otro trastorno.

El diagnóstico de TDAH-I (perfil inatento) requiere la presencia de seis o más síntomas de falta de atención (pero menos de seis síntomas de hiperactividad-impulsividad) durante un período de al menos seis meses.

El TDAH-H (perfil hiperactivo) requiere la presencia de seis (o más) síntomas de hiperactividad-impulsividad (pero menos de seis síntomas de falta de atención) durante el mismo período.

El subtipo TDAH-C (perfil combinado) exige la presencia de seis (o más) síntomas de falta de atención y seis síntomas (o más) de hiperactividad-impulsividad.

La mayoría de los niños diagnosticados con TDAH reciben el diagnóstico de TDAH-III (50% -75%), seguido por el TDAH-I (20% -30%), y el TDAH-II (menos del 15%) (Spencer, Biederman y Mick, 2007).

A pesar de que los déficits atencionales están en la base del diagnóstico de TDAH, el síndrome involucra más que las deficiencias de atención, incluyendo los síntomas conductuales y cognitivos que son fundamentales para su definición.

            Por tanto el diagnóstico lo ha de realizar un profesional de la psicología, que pueda identificar hábilmente estos síntomas y juzgar si está suponiendo una dificultad clínica en la vida cotidiana del paciente.

Desde la neuropsicología tenemos muchas herramientas válidas para cuantificar la atención, sin embargo, no siempre estos pacientes muestran el rendimiento pobre esperable en las pruebas o tests de atención.

El diagnóstico se ha de basar en los síntomas cognitivos y conductuales, por tanto, aunque una evaluación neuropsicológica permite un mayor conocimiento acerca del funcionamiento cognitivo de la persona, no es un procedimiento obligado ni necesario para confirmar el diagnóstico de TDAH.

Esto se debe a que la atención un proceso extenso y complejo, que en muchas ocasiones es la base de otras funciones cognitivas, por lo que los síntomas atencionales pueden ser consecuencia de otras disfunciones.

Para que nos entendamos, uno de los criterios de inatención del manual diagnóstico DSM-5 es “a menudo evita, le disgusta o es reticente a dedicarse a tareas que requieren un esfuerzo mental sostenido [como trabajos escolares o domésticos]”. Este déficit se puede justificar mediante dificultades en la lecto-escritura y por problemas de memoria, no sólo se justifica por la inatención.

Cada vez más autores, como Nigg (2005) consideran este trastorno como un trastorno de autorregulación (la capacidad para generar comportamientos adaptativos a un ambiente cambiante) y no tanto como un trastorno meramente atencional.

En ocasiones es necesaria la medicación (no es recomendable en menores de 6 años), pero siempre se ha de combinar con terapia y con adaptaciones ambientales, especialmente en el colegio. Es importante que si el niño es inquieto se favorezca la descarga de energía sin “romper las normas”, es decir, por ejemplo que el niño sea el encargado de borrar la pizarra, por lo que se podrá levantar de vez en cuando y moverse. Si el niño es inatento, es importante que esté cerca de los profesores durante la clase, con el menor número de distractores posibles a su alrededor.

Por otro lado, es importante tener en cuenta que el TDAH es un trastorno, es decir: el niño no es “malo”, ni vago, ni tonto, ni presta atención sólo cuando le interesa, ni ningún otro mito que se suele decir. Hay que tener en cuenta que antes de recibir el diagnóstico posiblemente en algún momento el niño ya haya sido asociado con alguno de estos calificativos. Por tanto, en muchas ocasiones, el TDAH conlleva problemas de autoestima, de confianza en sí mismos, aislamiento social, etc. Por ello es importante que se diagnostique de manera rigurosa y profesional y se proporcionen los medios y las ayudas necesarias.

Los niños con TDAH tienen dificultades específicas en su vida, que ellos ni quieren ni eligen, pero con la ayuda profesional adecuada y esfuerzo por parte del niño, padres y profesores se pueden superar.

Irene Marivela Palacios

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