El diagnóstico de Deterioro Cognitivo Leve (DCL) llega a nuestros mayores, quizá los padres o incluso abuelos de nuestros lectores. Últimamente les veíamos más torpes, les costaba acordarse de las citas médicas, es posible que no recordasen dónde habían dejado algún objeto o que no les saliera la palabra que necesitan para completar la frase. Quizá no es la primera vez que acudimos al médico buscando una explicación que vaya más allá de “es un señor mayor”, “está bien para su edad”, “es normal que tenga olvidos”. Un día le dicen que es DCL, es decir, Deterioro Cognitivo Leve. Eso no aclara mucho, la verdad, por eso le explicaremos qué es eso del DCL y qué podemos hacer.
El DCL es un estado pre-demencia. Esto quiere decir que la persona que lo padece no reúne los síntomas suficientes para realizar un diagnóstico de algún tipo de demencia, pero empieza a encontrar dificultades en el desarrollo de su vida cotidiana.
El DCL implica que la persona es capaz de cuidar de sí misma pero tiene olvidos frecuentes, posibles cambios de humos, se puede llegar a desorientar, le cuesta encontrar la palabra adecuada, se hace un lío con las pastillas/dinero/citas médicas… Sin embargo, la persona sigue siendo capaz de hacer las actividades cotidianas habituales.
Esta sintomatología a veces asusta, especialmente a las familias, ya que recuerda demasiado a ciertas enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer. Sin embargo, el diagnóstico de DCL no implica que vaya a sufrir una demencia grave sí o sí. El DCL significa que la persona puede mantenerse con los déficits actuales o bien que tenga mayores posibilidades de desarrollar una demencia.
¿Qué podemos hacer? Aunque desde la mejor intención intentemos facilitarle la vida a la persona afectada haciendo todo por ellos, eso a largo plazo está contraindicado, ya que la persona se acomoda a no esforzarse y, por tanto, su cerebro se debilita. Esto también se debe aplicar a las personas que se encuentren en los estados iniciales de la demencia.
Es importante que la persona permanezca activa, que haga todo lo que solía hacer, si necesita ayuda se le brinda pero que sea la persona afectada la que haga la tarea.
La persona ha de mantener un estilo de vida saludable, hacer ejercicio todos los días, llevar una dieta saludable y equilibrada.
Aunque nos pueda parecer irrelevante, el componente social es fundamental. La persona ha de reunirse con amigos y familiares así como participar en actividades lúdicas: salir al cine, al teatro, ir a museos, pasear, etc. Quedarse en casa encerrado viendo la tele es muy negativo para la salud de la persona ya que se aísla, su estimulación disminuye y puede llegar a deprimirse. Es un buen momento para retomar algún hobbie olvidado.
Es importante que la persona se sienta útil, para ello se pueden asignar pequeñas tareas que la persona sea capaz de llevar a cabo. Por ejemplo: en una reunión familiar ser el que reparta las bebidas, el encargado de poner la mesa, etc.
Por último, es recomendable la estimulación cognitiva. Esto lo debe llevar a cabo un profesional (neuropsicólogo) y consiste en realizar ejercicios o tareas enfocadas a activar y estimular las funciones cognitivas de la persona con el fin de preservar y prevenir el deterioro de las que están intactas y tratar de frenar el avance del deterioro de las funciones que se han visto disminuidas. Los neuropsicólogos están formados en el funcionamiento cognitivo, afectivo y social del cerebro, por ello son los profesionales indicados para llevar a cabo una correcta estimulación.
Desde el ambiente familiar se recomienda jugar con diferentes juegos de mesa (cartas, dominó, parchís, memory, etc.) ya que con este tipo de juegos se puede estimular algunas funciones como atención y memoria.
En definitiva, se trata de que las personas mayores (con o sin diagnóstico de DCL) estén activas, traten de ejercitar sus funciones cognitivas así como mantener buenas relaciones sociales que brinden una calidad de vida tan buena como sea posible.
¿Tenéis algún familiar o conocido en esta situación?
Irene Marivela Palacios