Como bien explicamos en el post anterior, este mes vamos a dedicárselo al tema del acoso y hoy nos centramos en dos tipos de acoso, el acoso escolar (bullying) y el acoso laboral (mobbing), hablaremos sobre ello, sobre cómo identificarlo y sobre los pasos que debemos dar si sospechamos que alguien lo sufre o lo sufrimos nosotros mismos.
Empecemos con el acoso escolar o bullying, que es de los tipos de acoso más visibilizados a nivel social en los últimos años, aunque por desgracia no por ello más erradicado, el bullying es un anglicismo que no forma parte del diccionario de la Real Academia Española (RAE) que se refiere al acoso escolar y a toda forma de maltrato físico, verbal o psicológico que se produce entre escolares, de forma reiterada y deliberada a lo largo del tiempo.
Podemos hablar de distintos tipos de acoso escolar que, en muchas ocasiones, aparecen de forma simultánea:
-Físico: cuando el menor recibe patadas, empujones, puñetazos y demás comportamientos agresivos en el plano físico.
– Verbal: cuando el menor recibe insultos, le ponen motes humillantes y demás menosprecios de contenido verbal pero sin contacto físico.
– Psicológico: minan la autoestima del individuo y fomentan su sensación de temor, es el más complicado de observar, y en muchas ocasiones conlleva años de terapia superar este tipo de acoso, debido a que el menor suele mantener ocultas sus secuelas psicológicas.
– Social: aislamiento obligado por parte de su grupo de iguales llevándole a un estado de marginación.
¿Cómo podemos saber que nuestro hij@/sobrin@ o incluso alumn@ está sufriendo de acoso escolar?
Los menores en esta situación soportan una serie de comportamientos por parte de sus iguales que, en la mayoría de los casos, les hace sentir culpables y avergonzados, motivos por los cuales tienden a ocultarlo y hace que sea más complicado de lo que debería el identificarlo. Por ello, a continuación mencionaré una serie de claves que nos pueden ayudar a saber qué está ocurriendo:
– Manifiesta rechazo exagerado o repentino a ir colegio.
– Se muestra más retraído e incluso visiblemente más triste en casa.
– Deja de compartir las cosas que ha hecho en el colegio y lo que hace con sus compañeros.
– Se muestra agresivo en general y a la defensiva.
– Baja su rendimiento escolar sin motivo aparente.
Aunque estos comportamientos de forma aislada puedan darse sin que tenga que sonar la voz de alarma, una combinación de varios podría estar significando que el menor está siendo acosado.
¿Cómo podemos evitarlo o como debemos actuar si lo sospechamos?
Cuando vienen padres preocupados por este motivo a la consulta, siempre les digo que lo principal es que se comuniquen con sus hijos, que les pregunten diariamente cómo les ha ido en el colegio para crear un vínculo sano y de confianza entre padres e hijos y a la vez puedan saber qué ocurre en sus vidas cuando no están presentes, además así notaran un cambio si algo pasa. En el caso de que el niño muestre comportamientos como los señalados anteriormente, lo que no podemos hacer nunca es no hacer nada, ni quitarle importancia con frases tipo “son cosas de niños” porque no lo son y puede tener graves consecuencias para el menor, deberán ir al colegio y hablar con los profesores que tienen contacto diario con su hijo, e incluso si es posible, hablarlo con otras familias de compañeros (ahora la mayoría están en grupos de whatsapp) para que estén alerta por si el acoso se está dando .
¿Y si se confirman las sospechas y está sufriendo acoso?
Lo primero que se debe hacer es hablar con el centro educativo, hay protocolos de actuación en estos casos y por supuesto darle a nuestro hij@ el soporte que necesita para superar la situación, que aquí es donde entramos los psicólogos que trabajaremos con el menor para que no le queden secuelas de ningún tipo como por ejemplo depresión o baja autoestima (las más asociadas a este tipo de acoso).
Ahora pasemos a hablar del acoso laboral o mobbing, a veces, creemos que por ser adultos deberíamos ser capaces de enfrentarnos sin problema a nuestros miedos y no permitir aquellas situaciones que nos afectan, pero en la realidad no es así, hay muchísimos casos de trabajadores que han sufrido y sufren distintos tipos de acoso laboral. El ser adulto no nos hace inmunes al acoso y, al igual que con el bullying, tenemos que aprender a identificarlo y gestionarlo para dejar de padecerlo.
El término mobbing fue acuñado por Heinz Leymann en 1989 y lo definió como «Situación en la que una persona ejerce una violencia psicológica extrema, de forma sistemática y recurrente, durante un tiempo prolongado sobre otra persona o personas en el lugar de trabajo con la finalidad de destruir las redes de comunicación de la víctima o víctimas, destruir su reputación, perturbar el ejercicio de sus labores y lograr que finalmente esa persona o personas acaben abandonando el lugar de trabajo», aunque obviamente este tipo de acoso se viene dando desde mucho antes de que se le pusiese nombre.
En España, el concepto de mobbing se tradujo por acoso laboral, ya sea físico o psicológico, acoso grupal u acoso institucional y aunque no hay un sitio estándar donde se dé, si que hay estudios que indican que se da con mayor frecuencia en empresas con más de 50 empleados, en universidades y hospitales y, sobre todo, en los casos en los que no se puede despedir a un trabajador, bien porque es funcionario público, o porque su prestigio y su capacidad de trabajo harían que fuese un despido improcedente.
¿Qué tipos de acoso laboral hay?
– Vertical: cuando viene causado por el empresario o los mandos superiores jerárquicos del trabajador.
– Horizontal: cuando viene causado por los compañeros de trabajo con el mismo nivel.
¿Cómo saber si estoy padeciendo mobbing?
El profesor Leymann realizó un inventario documental (Inventario de Acoso moral de Leymann – LIPT-) en el que aparecen 45 actividades típicas de mobbing que se pueden dividir en cinco apartados que son los siguientes:
– Limitar la comunicación.
– Limitar el contacto social.
– Desprestigiar su persona ante sus compañeros.
– Desprestigiar y desacreditar su capacidad profesional y laboral.
– Comprometer la salud.
Es decir, hay que analizar si estamos experimentando aislamiento, falta de comunicación, de concentración, ansiedad, humillación o cualquiera de las cosas que podrían englobarse dentro de los apartados previamente mencionados, de ser asi, seguramente estaremos ante una situación de acoso.
¿Cómo actuar en estos casos?
Lo primero que tenemos que tener claro es que no es culpa nuestra, ya que cuando nos sentimos culpables no hacemos nada por salir de esa situación y es algo de lo que el acosador o acosadores se aprovechan, y lo segundo que tenemos que tener claro es que no tenemos por qué consentirlo y que se puede salir de esa situación ¿cómo? Hay muchísimas páginas en internet donde se indica paso por paso qué es lo que debemos hacer, por ello no vamos a detenernos mucho en este punto, pero es esencial recabar pruebas del acoso (documentos escritos, grabaciones, vídeos, etc…) y todo aquello que podamos conseguir y después hay formas de actuar tanto yendo al juzgado como sin tener que llegar a ir (si queréis más información sobre este punto no dudéis en poneros en contacto con nosotras y os la proporcionaremos encantadas).
Por otro lado, el apoyo psicológico es fundamental, el problema en estos casos es que el trabajador no suele darse cuenta del mobbing hasta que el daño psicológico está hecho, aun así, cuanto antes se ponga a trabajar en ello con ayuda de un profesional antes podrá ir superándolo.
Para terminar, queremos volver a recalcar que se puede salir de cualquier situación de acoso (bullying, mobbing, etc…) y superarla, pero para ello debemos de saber identificarla y sobre todo buscar ayuda.
Eva Torrego Treviño